lunes, 27 de septiembre de 2010

El sueño americano


La percepción de la realidad es, casi siempre, un fenómeno subjetivo. El pasado domingo, La Voz de Galicia (periódico de mayor tirada en la comunidad, y de los de mayor tirada a nivel nacional) publicaba un reportaje titulado “Estudiantes gallegos en busca del sueño americano”. Varios jóvenes, ya licenciados, relataban sus experiencias como estudiantes de Máster o Postgrado en algunas universidades estadounidenses (todas privadas), y destacaban las enormes diferencias que existían entre ambos sistemas educativos. Sin ánimo de entrar a valorar las opiniones de cada uno de ellos, he de confesar que mi primera reacción ante aquella imponente “doble página” fue de inquietud; me pareció un brindis al sol, la traslación del modelo individualista (tan propio de la sociedad americana) a nuestro entorno, ya de por sí extremadamente permeable ante cualquier corriente globalizadora que proceda de la otra orilla del Atlántico (norte, claro). Cualquiera que haya estudiado en la Universidad española reconoce abiertamente que la calidad de la docencia tiene muchos aspectos mejorables. Pero eso no justifica una crítica velada a nuestro sistema universitario (público, de calidad y prácticamente gratuito) sólo porque un grupo de privilegiados puedan complementar su formación en universidades “de prestigio”. En primer lugar, porque se trata de un prestigio de dudosa honorabilidad, ya que no se financia con cargo a los fondos públicos, por lo que no podría haber comparación posible; pero, además, es un prestigio muy caro, porque desprecia la igualdad de oportunidades, con sus políticas de admisión excluyentes (tan excluyentes como puedan llegar a ser, por ejemplo, los 30.000€ de matrícula que se citan en uno de los casos).
Javier, Jorge, Francisco, y Eva no han hecho nada malo. Pero me parece poco ético darle una cobertura informativa tan desproporcionada a un acontecimiento que no representa más que una microscópica parte del espectro de titulados universitarios del país; cuya mayoría, por cierto, centran todos sus esfuerzos en recibir apenas una oportunidad profesional, con poco o ningún éxito… con poco, o ningún, reconocimiento mediático. No dejo de preguntarme por qué un medio de comunicación tan influyente, que con frecuencia abandera algunas de las causas sociales más nobles, pretende promocionar de un modo tan descarado la figura del “self-made-man” (“hombre hecho a sí mismo”), cuando en realidad su sola invocación representa todo lo contrario a los valores que sustentan el Estado de Bienestar.